...El desierto, allí donde no queda nada... lugar inhóspito, vacío, eterno... lugar donde sí o sí tienes que enfrentarte a ti mismo... donde caen las caretas, las sonrisas que utilizas a diario para complacer a los demás, a ti mismo y a Dios...
...En el desierto se desmoronan los discursos, las frases, los argumentos... en el desierto no sirven las defensas por tanto tiempo elaboradas...
...En el desierto estás tú frente a ti... y ya no sirven las excusas, las justificaciones, no puedes culpar a otros...
...Te miras a los ojos y debes, necesitas perdonarte, reconciliarte con el niño pequeño que llevas dentro y que ha sido dañado... necesitas pedir perdón... necesitas enfrentar tus áreas oscuras que tanto te han lastimado y tanto han lastimado a otros...
...En el desierto hay espacio para el silencio, para la espera... para la paciencia, para sentir el dolor, para mirarlo de frente...
...En el desierto hay tiempo para amarte, mirar tus arrugas, tus rollitos, tus imperfecciones y aprender a vivir y a sanar...
...En el desierto opera Dios, cuando sientes que eres frágil, desnudo... cuando nada puedes ocultar... entonces permites que Dios traspase tus barreras, bajas las defensas... alzas las manos y simplemente te rindes... para que Él empiece a operar...
...En el desierto dejas atrás los imposibles... dejas de darte de cabeza contra la pared por aquello que pudo ser, que pudiste hacer y no hiciste... lo que está en el pasado ya no cambiará... pero tu presente y tu futuro es lo que te queda...
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